Estaba concluyendo la Escuela de Verano, un tiempo difícil pero precioso.
Construimos un espacio de juego y aire fresco en medio del confinamiento y las medidas restrictivas. No fue fácil, pero con el trabajo de todos pudimos hacerlo.
Procurar un lugar donde los niños y niñas pudiesen jugar en libertad sin dejar de cumplir las medidas biosanitarias fue nuestro desafío.
Y aún así un pequeñin que había compartido con nosotras todo el verano, volvía de visitar su escuela infantil, para comenzar el período de adaptación… y mientras le cambiaba el pañal levanto sus dos dedos índice y me dijo» hay dos coronavirus», «hay otro en mi cole»…
Y como si se tratase de un personaje de cuento el «coronavirus» estaba presente para ese niño, en nuestra escuela de verano y en su cole… por eso había que lavarse las manos, no compartir la comida y una larga lista de etcéteras que incluía que los adultos a su alrededor llevásemos mascarilla.
POR ESO QUEREMOS QUE EN MEDIO DE ESTA PANDEMIA LAS NIÑAS Y NIÑOS TENGAN ESPACIOS SEGUROS EN LOS QUE JUGAR, SIN FANTASMAS. Respetando las medidas sanitarias y cuidándoles sin privarles de su derecho NÚMERO 7 EL DERECHO A JUGAR. Que dice:
(El niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad.
El interés superior del niño debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación; dicha responsabilidad incumbe, en primer término, a sus padres. El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deben estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho.)
Es responsabilidad de nosotros,los adultos, aliviarles la carga, ayudarles a caminar más ligeros, permitirles recordar esta etapa de su infancia con alegría y amor.
La pandemia me ha dañado muchas veces, he llorado con amigos por sus pérdidas, me he angustiado con mi prójimo, he acompañado en oración a quienes trabajaron incansablemente en esta lucha y también me he abstenido de abrazar, he superado una posible infección allí por marzo y me he vuelto a levantar. Para crear un protocolo seguro para El Jardín del Gigante, para darle mil vueltas como hacerlo para que nuestros niños sufran lo menos posible, para que estén seguros, para que puedan jugar y amar.
Hemos usado litros de gel hidroalcohólico, muchos más de lejía y productos viuricidas, PERO también hemos dado dosis muy grandes de amor, empatía y seguridad, para que el temor no tenga lugar en nuestro espacio…
Y aunque hay dos coronavirus, a nosotros no nos alcanzó y terminamos nuestra Escuela de Verano, sin contagios y agradecidas a vosotros y a Dios.
Con amor
Gaby.